sábado, 6 de septiembre de 2014

Las iaias y los sueños

Las iaias molan mucho. Tienen esa capacidad de decir las palabras exactas en el momento que más lo necesitas. Ellas, que han crecido en otra generación, pueden ser las mejores maestras de la historia. La mía, por ejemplo, habla de los cambios generacionales, de lo que oye en la radio y la televisión, de lo que dicen los concursantes de Saber y Ganar, de lo que le cuentan y de lo que sabe. Toda esa mezcla se une a un aburrimiento, donde ve pasar las horas del día como esos relojes de arena que van deprisa pero que nunca terminan. En su conjunto, hacen una explosión de auténtica sabiduría. 

Hace unos días hablaba con ella por Skype, que por cierto, le fascina escucharme tan claro y a la vez estar tan lejos. Muchas veces comenta que parece como si estuviéramos en la habitación de al lado y lo enlaza con un "fíjate, cuando mi hermano se fue a la Argentina, las cartas tardaban seeemanas en llegar...y ahora, con esto de Internet, nos hablamos como de fijo a fijo". Y la verdad, es que tiene razón. Cuando vivía en Nueva Zelanda nos llevábamos 12 horas de diferencia. Allí fue el comienzo de mis largas llamadas por Skype. Ya lo decía, se quedaba alucinada. Pues bien, el otro día me contaba que una concursante de un programa de una cadena privada española decía que ella quería ganar el bote porque había estado viviendo cinco años en Estados Unidos y ahora, quería pagarse el visado para poder volver y quedarse más tiempo. Además, la concursante, "una chica joven", como me dijo mi iaia, decía que el visado costaba alrededor de unos 5.000 dólares. Y ahí, mi iaia, una señora camino a los 87 años, me preguntó "¿eso es verdad?". Sí, le respondí, el coste del visado varía en función de las consultas que se hagan con el abogado que pueden rondar entre los 150 y 450 dólares la hora. 

Cuando uno decide emprender una aventura y viajar, nunca se sabe lo que te puede pasar. Quizás sea eso lo que a más de uno le guste experimentar en el momento de saltar al vacío. Hay unos viajes que emprendemos por simple curiosidad y otros, por amor a lo desconocido. Llega el momento de vivir y cumplir los sueños, no de soñar viviendo. Nos atascamos en sueños que resultan difíciles de alcanzar ya que los tenemos en el simple pensamiento. En este salto al vacío, hay personas que maduran la idea, otras que se dejan llevar. El resultado siempre queda por llegar. El sueño se está haciendo realidad. Se aprende a mejorar el mundo, no económicamente ni políticamente, sino, a mejorarlo entre la gente que te rodea. Un simple gesto puede cambiar el día a la persona más cercana. Un abrazo, una mirada, una sonrisa. Ya lo decía mi padre en mis años de adolescencia "recuerda hija, los pequeños detalles son poderosos". Cambiamos el mundo haciendo feliz a los demás. Los que vivimos el sueño, sufrimos. Nos entran los miedos, las dudas, las incertidumbres, nos echamos para atrás, lloramos, nos arrepentimos, queremos renunciar, abandonar el barco. Pero en todo este camino, hay siempre una persona que sus palabras te mejoran el día. El miedo no lo crea la incertidumbre, lo debería crear la rutina, la monotonía, la falta de experiencias, de vivencias, de historias que contar cuando lleguemos a los 87 años como los que tiene mi iaia. Viajando se aprende a hacer feliz a muchas personas, transformamos el camino y al mismo tiempo, eres el único dueño de esa transformación. Y aunque, no podamos cambiar ni mejorar el sistema, podemos hacer feliz a los demás. Y con eso, mi sueño está cumplido. Además, de que quiero seguir haciendo feliz a la gente que me rodea, que me cruzo en el camino y a las personas increíbles que encuentro en mis viajes.

En estos viajes, la decisión de dejar tu familia, la gente que quieres, que te encuentras en el camino, esa gente que te apoya, te hace sentir más fuerte, te motiva, te ayuda. Toda esa gente que te cruzas en tu camino, mientras viajas y vives, acentúa el rumbo de tus sueños. Duele dejar a los que quieres atrás pero su cariño y amor van contigo. Ellos son los que están felices, tú has decidido salir y explorar, aprender y descubrir. El apoyo de esa gente ayuda a sonreír en la distancia y a buscarse la vida con más empeño que nunca. Esa distancia no es distancia si hay amor. ¿Quién dijo que la distancia quebrantaba el cariño? Hoy, ayer y todos los días, hablo con una mariposa que me guía. También hablo con mi papá que está siempre conmigo y está lejos. Y hablo con mi iaia, que a pesar de estar lejos, sus palabras susurran mis oídos: "Yo, no hago más que jugar a la lotería porque si toca, nos alquilamos un apartamento en la Quinta Avenida, hago las maletas y me voy contigo". Nunca es tarde para seguir soñando.


MoMa PS1. 
Queens, New York


Buenos días mundo

Me comentan que estos días está lloviendo y hace feo en Valencia y que, incluso mejor porque así no entran más ganas, aún si caben, de salir...