martes, 27 de abril de 2010

Lo que veo


Leo un artículo en un medio digital español la nueva forma de publicitar los alimentos. Me acuerdo que durante mis años en la carrera, la profesora de Publicidad y Relaciones Públicas, Rosa Visiedo, comentó alguna vez que los productos que prometían beneficios para la salud, así como la flora intestinal, leches con Omega 3, con más calcio, etc. suponían una gran farsa. Estos añadidos poco podían favorecer la necesidad que anunciaban. Ahora, lo recuerdo y me doy cuenta de cuánta razón tenía. Y me viene a la mente su mensaje, y a su vez también me viene casi por accidente, hacer una discreta comparación entre los anuncios en España y los publicitados en New Zealand. ¿Qué mejor excusa que nombrarlo en esta ocasión?

Nos caracterizamos por tener una cocina mediterránea rica, equilibrada, saludable y sana y aquí, sin embargo, creo que ni se tiene conciencia de seguir una dieta variada donde abunden los vegetales. A parte porque gran parte de ellos (y sí que hay variedad) son casi tres veces más caros de lo que os podéis imaginar.  De este modo, aún no he tenido la ocasión de toparme, mientras zapeaba, con un anuncio publicitario relacionado con la alimentación. A más de los típicos relacionados con ofertas ‘Happy Meal’ o la llegada de los ‘Doritos’ a la isla o incluso, comidas hechas en 5 minutos usando microondas.  Normalmente antes de lanzar una publicidad se hace un previo estudio de campo para definir el público, clientes, al que se dirige. Está claro, en esta sociedad no cabe la idea de tomarse un yogur que active tus defensas o una leche que contenga calcio añadido. De hecho, me he vuelto a encontrar con la ya riquísima leche fresca que tomaba en Edinburgh. Lo cierto es que hace unos días que mi desayuno depende de un buen vaso de lactosa.  

El medio determinante por excelencia para propagar un nuevo producto es la televisión. Pues bien, después de verla unas cuantas veces (algunas de ellas a modo ambiente para coger acento), hago el correspondiente zapping y mi sorpresa es que todas las programaciones se estructuran de la misma manera. Estés dónde estés los canales ofrecen lo mismo. Un repertorio de ‘reality shows’, programas matutinos, series con éxito seguidas a nivel mundial y como no, los anuncios de productos milagrosos para tonificarse y/o conseguir una tableta de chocolate en el abdomen. Esto me resulta increíble porque aquí encuentras dicha publicidad en todas las cadenas, es decir, que no solamente se anuncia a altas horas de la madrugada en un canal minoritario. Pero, ¿no estábamos hablando sobre los alimentos que ayudan a mantenerse a uno ‘very healthy’ (muy saludable)? ¡Qué incongruencia! No se preocupan por la alimentación pero luego tienen todo tipo de productos fantásticos que hacen sentirse mejor. Uy, ¡no!, quería decir ‘en forma’. Y da la casualidad que empiezo a ir al gimnasio y ¡todos van super preparados! Ellas se toman el trabajo muy en serio y la verdad que más de una no necesitaría dichos artilugios. Aunque el cuerpo estupendo lo combinan con la bisutería, que parece que queda más fino. No obstante hay algunas otras que mejor no mencionar... Es inevitable no hacer comparaciones.

corner Princess street- Broadway street. Dunedin. NZ

Pero en otro plano, también es bien cierto que estoy co-viviendo con isleños a quienes les apasionan los deportes de riesgo y para confirmarlo no hay más que ver la calle principal repleta de tiendas que ofrecen todo tipo de artículos para ir bien acondicionados. Las cosas como son: no se puede hacer un deporte sin el vestuario apropiado porque, aunque los daños y gastos tras un accidente se los cubre el gobierno neozelandés (y sí, es cierto que los cubre), todo aquel que se aventure tiene que saber dónde está.
Y yo estoy esperando el autobús que me llevará a mi dulce hogar y un chico muy cordialmente me pregunta que "¿qué escribo?",  se prepara para coger su bus que llega apenas 1 minuto después y estirando la mano me lanza una tarjeta con sus datos, diciendo a su vez: "¡cualquier cosa que necesites ahí tienes! ¡Podré ayudarte en lo que sea porque llevo 3 años viviendo aquí!". Acto seguido desaparece y ojeando el trozo de cartulina caligrafiada, adivino, por su nombre, que es francés y su trabajo está relacionado con la universidad. 
En fin (un suspiro), que nos quedamos con la alimentación, la publicidad, la TV, aparatos maravillosos, deporte, gobiernos, gentes, tiendas y aventuras…muchas aventuras.
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S. Aparicio Ramírez

jueves, 22 de abril de 2010

Pompitas de jabón

¡Todo está muy claro pero no lo entiendo! De esta manera me viene a la cabeza el recopilar las dos semanas en New Zealand. Durante estos días he ido danzando de un lado para otro. Si no tenía suficiente con ese vuelo infernal, ahora no me iba a asentar tan rápidamente, faltaría más... De hecho no vivo ni en mi propia habitación. No obstante con unos objetivos marcados, llega el momento de ponerse en marcha y averiguarlo todo.
Dicen que Internet, o mejor dicho, esta era de la tecnología; los avances y progresos en cuanto a materia se refiere, han ayudado, entre cosas, a eliminar barreras, o ha facilitado que millones de personas tengan acceso fácil e inmediato a una serie de información en línea, como por ejemplo, mantener vivo este blog a pesar de la isla en que me encuentro y la distancia que hay hasta España.

El caso es que antes de mi partida, para lo que realmente necesitaba Internet, no me sirvió de nada. Por supuesto que se trata de una herramienta casi esencial hoy en día, eso no lo cuestiono. No nos vayamos a confundir. Sin embargo, he de nombrar la infinidad de enlaces que tuve que ir sorteando para llegar a responder todas aquellas cuestiones que día tras día se me venían a la cabeza. ¡Ah! el pánico y la disconformidad de todo aquello que me encontraba estaban asegurados. ¿Cómo puede ser que una website ayude a responder dichas dudas en el momento de decidir qué hacer? justo en ese instante, en el decisivo. ¿Se te ocurre alguna respuesta lógica? ¡exacto! Por mi propia experiencia, yo creo que no la tiene, a no ser que seas un lince, en cuanto a navegación y las búsquedas se refiere, tengas una paciencia abismal y no notes como se te congela la manita derecha mientras utilizas el ratón. Como no me identifico con ninguna de ellas, llegué a la conclusión de que Internet poco podía solventar mis inquietudes. ¡Porqué no hay nada más efectivo que hacerlo face to face (cara a cara)! ¿o no? ese contacto visual, esas muecas, las distancias, el tono de voz, el volumen, etc. Todo en la conversación adquiere el sentido que uno le quiere dar. Y sí, al final consigues darle forma a todas esas ideas que tienes almacenadas en la cabecita. No existen enlaces mecánicos que te hacen ir avanzando. Simplemente, ya has obtenido toda una información y éstas envuelven tu propia decisión. Por lo que llega el momento de equilibrar y pensar sobre todo este gran volumen de datos, introducirlos en la máquina pensante y comenzar a construir. Y aquí me encuentro (foto: Clock tower. International Office. University of Otago. Dunedin), en el punto cúlmine, con una serie de folletos, solicitudes, libritos, tipos de visados y entrevistas que me ofrecen distintos caminos para elegir.
No tengo ni idea de cuál será el más acertado pero sí que sé cuál será el que escogeré. Quien sabe...a miles de kilómetros de donde ya tengo una vida, llega el momento de hacerla de nuevo. (Hablando en sentido metafórico porque la vida no se detiene). Pensaré que será mejor dejarme llevar. A parte de que tengo la convicción de que las cosas salen bien y mejor cuánto más se trabajan. Y esto con esta gente tan servicial, da gusto. No creáis que las antípodas hacen sentirle a una en el fin del mundo. La sensación una vez recorridas las calles 3 ó 4 veces es la misma que se tiene en cualquier otro lugar que resulte familiar. Aunque no dejo nunca de observar (papá esto va por ti). Quizás la euforia e impaciencia me hayan precipitado a pensar una y otra vez 'no es como en las pelis del chico americano'. No eran los fantásticos pajaritos que me imaginé antes de llegar, no es que no entendiera dónde estaba, es que no encontraba lo que realmente necesitaba. Cualquiera se puede armar un jaleo y tener pompitas de jabón en el aire de color de rosa, amarillas o fluorescentes, qué sé yo. Da igual, se pueden tener mientras las cosas marchen bien y sin olvidarse del previo esfuerzo, claro.

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S. Aparicio Ramírez

lunes, 19 de abril de 2010

¡Inglishpitinglish allá voy!

Esta vez le va a tocar el turno a la lengua y por consiguiente, educación anglosajona. Pasados dos años habiendo perseguido el inglishpitinglish me siento realmente afortunada de saber y poder comunicarme en dicha lengua. Todo este tiempo ha supuesto un gran logro para mí. Si hacemos un pequeño recorrido, empecé haciendo una imprescindible redacción memorizada en inglés para poder disfrutar de mi último año académico en el extranjero. Continué mezclándome durante meses con diferentes nacionalidades y frustrándome día tras día por no mostrarme como era (o quizá sí que lo hacía pero no había tenido antes la ocasión de hacerlo en otro idioma). Y finalicé creyendo que las amistades que había hecho perdurarían porque al fin tenía la capacidad de expresar lo que sentía. Hasta aquí todo correcto. Pero bien, la cabeza me iba muy deprisa y tenía la necesidad de seguir con mi empeño de tener un inglés respetable. Para lograrlo, nada y más y nada menos que volar directa al país originario por excelencia. Digamos que aterricé en un Cádiz inglés y supuse que mi nivel era el apropiado ¡pero no!. Debía seguir entonces mi aprendizaje (¿no dicen que uno no deja nunca de aprender?). Así que  transcurrieron los meses: 1, 2, 3...y así hasta 8. Por fin la lengua anglosajona estaba metida en mi cabeza y ya disponía de un gran conocimiento. Eso sí, desde que me propuse conseguirlo, mi trabajo personal no ha dejado nunca de cesar.
Tras eso, damos una zancada y aquí me encuentro, atrapada en el esfuerzo de querer superarme día tras día. En un país anglosajón con población maorí, quienes cuentan con su propia lengua, y creyendo que mi inglés es aceptable. ¿Por qué digo creyendo? porque da la casualidad que en cuanto me dispongo a hablar, el ciudadano de a pie ¡no me entiende! ¡Vaya! ya estamos como al principio... Será mejor pensar que no soy yo el problema o, no es únicamente mío. 

Resulta que por no tener una Correcta pronunciación, va y a uno no le entienden. Anda ya... Cualquiera que su lengua nativa venga del latín hará el esfuerzo de a todo aquel que no emita los sonidos correctos entenderle. Pues aquí esto no funciona así. Toda una sociedad se está movilizando para adquirir nuevos idiomas y ellos (ya lo sé que son una gran mayoría de entre 300 y 400 millones de personas pero tampoco son el ombligo del mundo) hacen oídos sordos, vacilan y ponen caras raras. Definitivamente y honestamente, el problema corre a cargo del americano, inglés, australiano o neozelandés, por no nombrar a todos y cada uno de esos tantos millones de ciudadanos que no se atreven ni tienen el valor de aprender otro idioma porque piensan que con el suyo ya es suficiente. Ignorantes.
Sin embargo, una vez llegado a este punto, no voy a tirar la toalla. Parece ser que hay que pillar la manera de comunicarse. No es únicamente cuestión de pronunciación, es también en parte, de las formas a la hora de transmitir la información. Por lo que descubro que tengo el constante error de hablar este idioma de modo: complejo+indirecto+extenso= ininteligible; y debo cambiarlo por algo: simple+directo+neutro= inglishpitinglish.
Seguiré retando al inglés conmigo misma. ¡Qué lucha! Aunque al fin y al cabo la vida se compone un poco de eso ¿no?: retos, pruebas, metas, objetivos...e ilusiones. ¡Inglishpitinglish allá voy!
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S. Aparicio Ramírez

viernes, 16 de abril de 2010

Rarezas encontradas

No se trata ya de estar en España, Belgium, Edinburgh o Europa, claro; se trata de ubicarse en un lugar a miles de kilómetros cruzando mares, océanos y tierras. Además, se trata de haber pasado por un continente para llegar a otro, aquí, New Zealand. Entonces, ¿cuáles son las rarezas que se me pasan por la cabeza? puf! son tantas...mientras me como unas deliciosas fresas observo el panorama en Dunedin. Y como país anglosajón que me encuentro, veo tantas costumbres adquiridas de ellos, los ingleses, que no las puedo llamar 'raras'. Por ejemplo, la conducción por la derecha o las gaviotas por todas partes (al igual que las palomas en la plaça de la Verge ¡qué blancas son!). En cambio, hay muchas otras que me resultan nuevas, diferentes, atípicas y ¡asquerosas!. Sí, sí, habéis leído bien: as-que-ro-sas. Ya sé que las gentes son como son pero siempre puede haber un mínimo en cuanto a limpieza e higiene se refiere. Durante la búsqueda de una habitación que alquilar, he visitado unas decena de lugares. Las viviendas en esta ciudad son casitas, por norma general, de madera e independientes unas de otras. Todas ellas adquieren un aire bohemio, si nos referimos a este término como dejado y vivo y no convencional. Me atrevo a decir que no he visto casas tan sucias como aquí. Por decir, que hubo un dulce hogar que me negué a ver el baño porque con el comedor y la cocina ya tenía suficiente. ¡Vaya con el olor concentrado que se penetraba hasta en las ropas! Y claro, me viene a la cabeza la curiosidad de saber si eso es normal por lo que pregunto al nativo neozelandés obteniendo como respuesta directa y clara 'los estudiantes viven así'. Así, ¿cómo? ¿rodeados de mierda? No me lo puedo creer...y tampoco me atrevo a utilizar la palabra 'normal' porque para un europeo tiene otro valor.
Entonces, visto lo visto, tienes que amoldarte a la oferta y el criterio de selección que tenías previamente modificarlo porque sino, no encontrarás lugar alguno que te satisfaga completamente.
Además de esta anécdota, me puedo referir al estado de las calles, el funcionamiento de los semáforos y las costumbres alimenticias. En cuanto al tránsito, los cruces no poseen pasos de cebra y los semáforos se activan cada X segundos con el tiempo estimado para cruzarlos deprisa. Tienen un sonido impertinente que me hace dudar si son para ciegos o atletas. Pero son para ciudadanos que pueden correr con un Café Latte en la mano o un sandwich mientras hacen el lunch (comida) alrededor de las 12pm. Así de sencillo. Un horario laboral de 9am a 5pm con un descanso de unos 30 minutos para digerir cualquier bocadillo relleno de pimiento, pepino (indispensables), salsas y demás. De este modo, la comida más importante del día es la cena, alrededor de las 6pm. Por lo que no puede existir la famosa sobremesa española o el indispensable aperitivo italiano. Y si seguimos sumando (un suma y sigue), no pueden existir las cálidas relaciones interpersonales, ya sea por las viviendas individuales o por las escasas comidas, porque no se está en sociedad a más de beberse tres cervezas en un bar y despendolarse.
Tanto es así que la adolescencia en este país avanza a pasos agigantados. Los jóvenes de 15 años pueden conducir bajo una restricción, el no llevar a nadie en el coche hasta pasado el año o, superar un examen más difícil para conseguirlo. También las niñas de 13 años pueden solicitar la píldora del día después sin consentimiento de los padres ¿Se tratará entonces que se deja 'demasiada' libertad por qué los padres no prestan la 'suficiente' atención? o, ¿se tratará del país y su sociedad que ayuda a que esto sea posible? juzgar vosotros mismos... Mientras, termino este relato viendo a un grupo de niños (dichos adolescentes que pueden conducir) fumándose un puro. ¡Un puro!
Octagon place. Dunedin. New Zealand.

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S.Aparicio Ramírez

martes, 13 de abril de 2010

After me... Maori

Si tuviera que decir cómo son las gentes en New Zealand la primera y única palabra que me viene a la cabeza es: agradables. Normalmente, las primeras impresiones al llegar a un nuevo lugar son las que luego siempre tienden a recordarse; marcan la complejidad (o sencillez) de una determinada estancia.
Sólo llevo seis días y parece que haya pasado un mes desde que me adentré en terminales y pasillos 'Transfer passenger'. En estos días no he encontrado una mala contestación, mala cara ni nadie que me ignorara; es más ¡la gente sonríe por la calle! Esta mañana lo hizo el cartero de Saint Kilda... Así es mucho más fácil el solventar cualquier duda e ir directamente a preguntar. Pero entonces llega el día en que voy a la playa y me encuentro con lo más barrio pinto de la ciudad. Acompañada de una niña (p pequeña mujercita) de 15 años, descubro que las islas pacíficas están más presentes de lo que en un principio creía. Ah! ¿pero que no todos son maoríes? parece ser que aquí no.


Heather Straka, 'The Asian' (2009). Dunedin Public Art Gallery.

Aunque tienen una presencia del 10% de la población en todo el país, la mayoría de ellos viven en la isla norte y aquí, en la isla sur, puedes cruzarte con Tonga, Samoa, Fiji... curiosa toda esta mezcla en un país tan pequeño. Por eso a esta isla la llaman 'White people' (Gente blanca). No es que se trate de racismo, sino que son realistas y mantienen un respeto. Algunos de ellos, por no decir la gran mayoría, se juntan entre una misma raza, no existen mezclas porque no comparten o bien, las mismas raíces y tradiciones o bien, la cultura. Si ahora yo quisiera formar parte de un grupo de Haka (danza tribal maorí) sería rechazada por ser demasiado blanca. De hecho, mis rasgos y la corpulencia serían totalmente diferentes. En cambio, al hablar de raíces la cosa cambiaría. Antiguamente, allá por el 1800, los balleneros españoles que recorrían el mundo, se cruzaron con algunos maoríes en las antípodas. Éstos, mantuvieron cordiales relaciones y hasta un tal José se quedó con ellos por el resto de los tiempos. En España, la familia no volvió a saber nada de él (¿dónde estaba Internet para comunicarse?) y resultó que José se casó con cinco mujeres, tuvo 26 hijos y la raza maorí se mezcló con la española por y para siempre, dejando una descendencia de una tribu de 16.000 personas. Ahora la Haka cuenta con una guitarra 'española' que combina perfectamente con la sintonía y el ritmo musical. Deberemos tener presente que los balleneros españoles de entonces exportaron la guitarra a un poblado que hoy en día la utilizan para acompañar sus bailes ¡y suena de maravilla!
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S. Aparicio Ramírez

miércoles, 7 de abril de 2010

Punto de inflexión

Cuando se viaja puede que todo aventurero se arriesgue a una cosa: perder las maletas. Es propio de un largo viaje el augurar que dicho equipaje no vaya a seguir el mismo camino que el viajero, si tenemos en cuenta, que éste siente el temor de que algo no vaya a salir bien. Entonces las papeletas ya están vendidas.

Dunedin Public Art Gallery. NZ

Pues bien, este ha sido el punto de inflexión que ha marcado mi viaje a New Zealand. Durante 36 horas he estado viajando entre Valencia, Madrid, Londres, Los Ángeles, Auckland y Christchurch. He visto diferentes aeropuertos y he respirado un mismo aire. Todo ha sido muy deprisa y muy poco apreciado, menos una cosa: las gentes, las caras, los destinos, las vidas y sin ir más lejos, las historias; la de un italiano que contaba en el avión el motivo de su viaje y que ésta, me fascinaba ya que nada más y más menos, dedicaba cuatro días a viajar (dos de ida y dos de vuelta) para trabajar otros cuatro en Auckland (segunda ciudad de New Zealand), y aun con el jet lag me pregunto, ¿es verdad que Eso se puede hacer? pues ahí está la prueba. Así que por ello mis 26 horas de trayecto cruzando mare se han amenizado. Sin embargo, las otras 10 las hice mías, cuando por entonces, llegaba el momento de pisar Mi destino y seguir viajando con mi mochila, claro, creyendo que el viaje nunca termina porque en realidad, sólo acaba de empezar...

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S. Aparicio Ramírez

Buenos días mundo

Me comentan que estos días está lloviendo y hace feo en Valencia y que, incluso mejor porque así no entran más ganas, aún si caben, de salir...