viernes, 24 de febrero de 2012

Tongariro Crossing

Ya conté que mi estancia en Taupo fue corta y limitada por el tiempo que fue todo menos soleado. Aún con días suficientes llegado ya el 2012, volví a Taupo para subir al volcán Tongariro y dobde se necesita un día entero para hacer la travesía.

Dos días después de la gran fiesta mis amigos kiwis me condujeron hasta Taupo ya que les pillaba de paso en su viaje de vuelta a Wellington. En este pequeño y acogedor pueblo me volvía a encontrar con Alexis y con su amiga alemana Amy para entonces, hacer la travesía juntos al día siguiente.

Taupo es un pueblo muy bien organizado, dirigido tanto al turista internacional como nacional. La gran oferta de moteles y hostales muy bien acondicionados a orillas del lago Taupo señ alan que se trata de un turismo relativo en precio y calidad. Las calles y zonas de recreo están totalmente bien cuidadas. Es un gustazo bordear el lago y observar la gran variedad de aves y peces con el volcán como escenario final. Además, por el otro lado, a orillas del lago, las casas, hoteles y apartamentos que ofrecen alojamiento de larga estancia, ayudan a que este paisaje sea idílico.

Lake Taupo. NZ


Pero, por supuesto, la atracción que atrae al turista hasta aquí es el Tongariro. Hay un par de compañías que ofrecen un autobús desde Taupo con salida a las 6.15 y llegada a las 16.00, dependiendo de cuánto se tarde en hacer el track a 55 dólares neozelandeses. Sin embargo, si uno dispone de su propio vehículo, hay otras compañías (la del folleto amarillo canario es la mejor opción) que hacen de lanzadera. Es decir, uno conduce hasta el aparcamiento del final del track y este autobús te recoge allí para llevarte hasta el inicio. De esta manera, una vez uno ha terminado el recorrido puede moverse con su propio vehículo. Si se va con amigos y siendo un poco avispados, quien conduce podría dejar a los amigos en el aparcamiento del inicio del track y solo éste cogería la lanzadera desde el otro parking. Se ahorrían el coste de varios tickets.

Tranquilamente la caminata se puede hacer en 8 horas. Nosotros tardamos un poco más porque quisimos disfrutar del escenario y su belleza. Además, de que el camino es un constante flujo de gentes.

Se recomienda llevar ropa de abrigo, guantes, bufanda y gorrito. Aunque fuese verano, en la cima del volcán desde donde uno puede hacer una parada para comer y contemplar varios estanques de aguas turquesas, el viento y la constante niebla soplan con muchísima fuerza.







Apunte: no dispongo de fotografías ya que Alexis fue el fotógrafo y nunca me las llegó a pasar.

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S. Aparicio Ramirez

Bay of Island y Waihi Beach

Después de Navidad los días pasaron volando. Ya me había reencontrado co Carla y Dan y Karina y Chris. Con ellos me iba a viajar unos días por la Bay of Island -Bahía de Islas-, al norte de Auckland. Su nombre se debe a la infinita bahía repleta de pueblecitos conectados por ferry o por carretera.



Dan y Chris.
Paihia. NZ

El Boxing day - el 26 de diciembre es incluso más importante que el día de Navidad en NZ- lo pasamos en casa de la mamá de Dan, en Whangarei. Su casa es totalmente eco friend. La luz es la que llega de los paneles solares, el agua de la lluvia queda estancada en dos grandes containers y el baño es un agujero orgánico donde se tira estiércol y serrín una vez uno ha terminado de hacer sus necesidades. Aquella noche comimos unas hamburguesas caseras hechas a la parrila y acompañadas de todo tipo de vegetales.


Carla cocinando las hamburguesas.
Whangarei.. NZ



Tras esta visita fugaz visitamos pueblos de alrededores con la amenaza de la llegada de una fuerte tormenta que venía desde el Mar de Tasmania, oeste del país. Pero antes, logramos hacer una caminata de unas cuatro horas para llegar a una de las bahías más naturales, salvajes y tranquilas de por zona. La aventura, perdidos entre bosque y matorrales, mereció mucho la pena; fue muy divertida. Para terminar la jornada, acampamos en un camping que, sin quererlo, me recordó a mi infancia cuando pasaba los veranos en la caravana y jugaba en la fuente mientras mi papá me buscaba desesperadamente. El Top 10 Holiday Park esta en Russell.

De camping. Russell NZ

 Éste es uno de los pueblos más populares de la zona. Su pequeña playa con un lindo muelle desde donde zarpan barcos a Pahia y a otros pueblos, más los bonitos y atractivos restaurantes que hay por zona hacen de Russell una parada imprescindible tanto para kiwis como para turistas y mochileros.


Efectivamente, la noche en la tienda de campaña fue larga. El viento soplaba con muchísima intensidad y la idea de seguir la ruta al día siguiente por la costa oeste y de acampada se nos fue de la mente. Recoguimos y nos dirigimos a las cascadas de Haruru y demás alrededores como Opua, Waitangi, Kerikeri, Waipapa...


Haruru Falls.
Norte Paihia. NZ


Al final, acabamos nuestro viaje en una privada y exclusiva playa. Solo existe un único camino que llega desde lo alto de la montaña donde empieza la propiedad y, acaba, en la casa que la familia de la pareja de la tía de Dan adquirió en 1960.

Dia gris. NZ

Como ocurre siempre en estos fechas, los días festivos llegan si que uno se de cuenta y, ahora, ya estábamos a punto de celebrar el año nuevo. Ahora tenía que llegar a un festival de música y allí pasar mi fin de año. Pero antes, me despedí de los chicos que, tristemente, digimos volvernos a ver lo antes posible; quién sabe cuándo y dónde. New Zealand estaba gris, triste como nosotros. Las previsiones metereológicas para la gran noche apuntaban luvia y más lluvia. La idea de irme a un festival de música en Gisborne, al sur de la isla norte, se vino un poco abajo. Aunque dar la bienvenida al año nuevo desde el primer sitio donde sale el sol en el mundo era algo alucinante. Así que una vez en Auckland y bajo la lluvia, cogí el primer bus que me llevaba a Waihi Beach. Allí me reuniría con mis amigos kiwis y con quienes pasé la nochevieja anterior.

En Waihi Beach la gente estaba desmotivada, la gente del pueblo decía que estaba siendo el verano más lluvioso desde hacía 20 años y muchos de los festivales que se celebraban en laisla norte se cancelaron o lo pasaron bajo la persistente lluvia. De esta manera, y muy diferente a la nochevieja del año anterior, daba la bienvenida al 2012 en Waihi Beach. La tradición de ver las campanadas enfrente del televisor con el cuenquito con las doce uvas en la mano, no es común en NZ. Por contra, segundos antes de las 12 de la noche se grita la cuenta atrás y al llegar al zero, se da la bienvenida al año nuevo. Nosotros nos abrazamos, brindamos y gritamos ¡Happy New Year!


Waihi Beach. NZ

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S. Aparicio Ramirez

jueves, 23 de febrero de 2012

Feliz Navidad


Mis primeras navidades que me despierto el 25 de diciembre y me tiro a la piscina...
En casa de Riccardo.
Auckland. NZ

Y primeras navidades que, esperando el bus el 25 de diciembre, una chica me recogía y me llevaba al centro al verme esperar y darse cuenta que, aunque indiqué al autobusero que parara, éste me ignoró y siguió el trayecto. Al fin y al cabo y como me dijo ella " ¡estamos en Navidad!". Gracias a ella, a las 12 del mediodía estaba subida al ferry que cruza a Devonport.  Este es un barrio de clase media-alta, de trabajores que tienen su hogar en una zona residencial y tranquila, apartada de la ciudad pero que cogiendo el ferry se llega en tan solo 15 minutos y conduciendo se tarda 45.
Ferry a Denvorport.
Auckland. NZ

La tía de Dan vive aquí. Como ya acordamos meses antes, el día de Navidad sería en casa de la familia de Dan, con Carla y Karina y Chris, un matrimonio amigos de Dunedin, ella chilena y él kiwi. La mesa estaba ya preparada cuando yo llegué. Su cocina/comedor/saló n tiene un gran ventanal con vistas al cauce del río que, dependiendo de la marea, puede estar seco o a rebosar de agua.

Las latinas con el abuelo de Dan.
Devonport. NZ

Comida de Navidad.
Devonport. NZ

La comida aquel día fue excepcional. Un pato que llevaba cocinándose a leña toda la mañana, un cerdo cocinado al horno, cuatro o cinco ensaladas, una calabaza rellena de verduritas y tostada en la barbacoa, más unos postres de todos los sabores, helado, tarta de chocolate, bizcocho de canela y naranja, fresas con nata...

Poco se llevan las tertulias de sobremesa en Nueva Zelanda pero un poco de relax y descanso nos ayudó para terminar el día paseando y yendo a la playa de Devonport. Para lo pequeña que es había mucha gente que había hecho lo mismo que nosotros y aquello parecía un típico domingo de agosto en la Malvarosa. Para la familia de Dan esto de ir el 25 a la playa es ya un ritual, a veces incluso es el primer baño del año del abuelo de Dan..

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S. Aparicio Ramirez

sábado, 18 de febrero de 2012

Rotorua y Noche Buena


Por fin había salido el sol en la isla norte y, por fin, volvía a sentirme confiada de hacer autostop, esta vez, a Rotorua a unos 40km de Taupo, otro pueblo más enfocado al turismo mochilero.

Esta encantadora pareja de viaje de Luna de Miel me recogió a los 30 segundos llevaba alzando mi cartelito. Iban camino a Rotorua, un pueblo maorí, con el clima muy seco y un olor a...¡huevo podrido! Éste envuelve la ciudad pues sus aguas termales nacidas de erupciones del volcán se encuentran alrededor de la ciudad.
Aguas volcanicas. 
Rotorua. NZ

Marae (centro de reunion maori).
Rotorua. NZ

Pueblo Maori. 
Rotorua. NZ


Y aunque tuve suerte con el tiempo un par de días y pude andar por las calles de Rotorua, el día de mi partida volvía a llover. Por pura casualidad y porque solo pasa en Nueva Zelanda, me encontré a los chicos alemanes de Taupo, Adam y Pascal, en el albergue donde estaba, Crank Backpackers. Los chicos llegaban en bici ya que estaban recorriendo el país de norte a sur, de este a oeste peladeando sin parar. Aquí me recordaron  decirle a mi primo, que es fan del ciclismo, que esto es posible hacerlo. Porque llovía y porque estaban un poco cansados la mañana siguiente coguimos todos un autobús con Intercity que, el billete de ida nos costó, comprándolo el día anterior 26 dólares. A veces, si llevas bultos extra como bicicletas o tablas de surf, has de pagarlo a parte. Los chicos no tuvieron mayor problema. En esta ocasión el bus iba medio vacío todo el trayecto que dura unas tres horas y pico.
Ya en Auckland, mi amigo Riccardo me esperaba para celebrar la Noche Buena. Antes pudimos dedicarnos  a visitar la ciudad, lo cual confirmé una vez más lo que muchos venían diciéndome en el camino: Auckland no es Nueva Zelanda. Esta ciudad está construída bajo la idea de que nunca se planteó que crecería tanto y en tan poco tiempo. El motivo es que es el centro logístico del país, fábricas y empresas neozelandesas están ubicadas aquí.
Con el calor y la humedad que hacía cualquiera diría que estaba a punto de celebrar la navidad. Nos reunimos algunos españoles,  una holandesas y mis amigos Carla y Dan que ya estaban por ahí para celebrar, a modo kiwi, la Noche Buena. Una rica barbacoa, tortillas de patatas, una quiche y ensaladas fueron nuestro menú del 24.


 La family en Noche Buena.
Auckland. NZ

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S. Aparicio Ramirez

Camino a Auckland para Navidad...

Los días en Wellington pasaron rápido, a penas quedaba una semana para que llegara la navidad. Desde el sur de la isla norte tenía que llegar a Auckland, la ciudad de referencia. Como ya mencioné en una ocasión, hacer autostop en ciudades grandes es algo complicado y se hace más pesado si está lloviendo. El viernes que decidí poner rumbo al norte, un canadiense, que dormía en el mismo albergue que yo, se ofreció llevarme a la salida más idónea para encontrar coche que fuera hacia el norte. Pero claro ¿cuál? Siendo realistas aquello iba a ser una misión y acabé cogiendo un autobús con la compañía Intercity a Palmerston North, por unos 17 dólares, el destino más cercano y barato. El pueblo es un lugar de paso para turistas, industrial y con muchos trabajadores de por la zona. Además, tuve la brillate idea de ir a parar a un albergue donde su dueña era todo menos amable. Unas chicas maori que encontré en la estación me condujeron hasta aquel siniestro lugar y hasta ellas se sorprendieron con la bienvenida. Si alguna vez parais en Palmerston North, nunca jamás os alojéis en Greenfeet backpacker.

Al día siguiente, la lluvia me perseguía y mis ganas de hacer autostop amainaban. Contraté otro autobús con la misma compañía a Taupo, esta vez el billete eran 34 dólares, pero ¡qué remedio! De hecho, poco pude hacer en Taupo donde todas sus actividades están dirigidas al aire libre. Lo bueno de este lugar, fueron los staff del albergue Rainbow Lodge y el ambiente que se vivía en la cocina. En vez de estar allí dos noches, lo prolongué una más para esperar a que saliera el sol y poder hacer esto...


Lake Taupo. NZ
Hot Springs.
Taupo. NZ

Aún así intentaría volver más adelante ya que me quedaba con las ganas de subir al volcán Tongariro. Mientras las noches en el albergue fueron divertidas y una de ellas, con una de las historias más impactantes escuchadas hasta ahora. Un par de alemanes de unos treinta años hablaban con el más mayor de entre todos los mochileros, Matthias, de 52 años. Cuando se ven a personas mayores en albergues de bajo coste uno tiende a pensar que este no es lugar para gente mayor pero creo que para Matthias era justo el apropiado. A sus tempranos 25 años, este alemán creó su empresa y en poco tiempo se convirtió en una de las más grandes en su sector (lástima que no recuerdo el nombre). Se casó, tuvo dos hijos y por motivos laborales, no paró de viajar de un hotel, a otro. Grandes habitaciones, con las mejores prestaciones, apetitosas comidas, cenas de negocios y el Sky TV. Aquello me recordó a la vida que llevaba Brad en sus mini vacaciones por Nueva Zelanda y la consiguiente guasa cuando le llevé a aquel albergue. Pero, volviendo a la historia de Matthias, 23 años más tarde su esposa e hijos fallecería repentinamente en un accidente de coche.

Tiempo después siguió trabajando y, como se había planteado de joven, vendió su empresa al cumplir los 50 años de edad. Ahora, ya no quería hospedarse en hoteles de lujo, ni quería empaparse el sky TV, ni estar durmiendo solo en la habitación... Para él había llegado el momento de disfrutar de lo que no pudo en su día y de impregnar, a más de un viajero, las ganas de descubrir mundo, de disfrutar de lo que se tiene miedo, de aprender de los demás y sobre todo, de no ver ni planear el futuro pues el futuro es incierto. Con el puño cerrado y fuerte me dijo ¡aprovecha el momento! Una vez más, me volvió a recordar que estamos en esta vida, que es única, solo una vez. Mi camino hacia el norte para reencontrarme con amigos para navidad había adquirido, ahora, un diferente sentido.


Lluvia en Taupo. NZ


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S. Aparicio Ramirez

viernes, 17 de febrero de 2012

Wellington, la capital

Wellington, capital de Nueva Zelanda. Al sur de la isla norte con casi 400.000 residentes y no sé cuantos estudiantes y visitantes al año. Aquí se encuentra el Parlamento, la mayoría de Embajadas, el estudio cinematográfico más grande del país -y donde se está rodando muchas de las escenas de la próxima película, Hobbit- y los cafés y restaurantes más cool del país. Por fin estaba en la capital del país un mes después de empezar mi viaje. Ya había saltado a la isla norte.

La estructura de Welly (como la llaman los kiwis) está limitada por las montañas y el Océano Pacífico así pues la ciudad es algo enrevesada. Sin embargo, hay una buena red de transporte público puntual y limitado de servicio hasta las 10 de la noche. Eso sí, tanto el tranvía como el bus, te lleva a todas partes. Aunque los días que estuve allí apenas hizo falta utilizarlo, la ciudad es lo suficientemente pequeña para ir andando a cualquier sitio y más cuando eres una turista.


La ciudad del viento. Wellington. NZ


Una autentica maori.
Te Papa Museum. Wellington


En Welly, Kylie, la recepcionista que trabajó conmigo en el hotel en Dunedin, me reservó cama en el albergue Nomads. Una habitación de 10 camas, bastante amplia y con cajas de seguridad por si acaso. No tuve que molestarme en buscar donde estaba pues al llegar a Welly un polaco que me había hecho una foto en el barco que lleva a Welly se ofreció conducirme hasta allí. Sus amigos y él habían alquilado un super coche y con ayuda del GPs me llevaron hasta la puerta.

Desde aquel día y hasta que me fui de Wellington no vi el sol salir más que unas horas. Y eso es lo que dicen sobre la capital, pues que a parte de días nublados también hay mucho viento, de hecho, es la ciudad donde sopla más viento fuerte de todo el país. Por eso dicen que la gene está un poco... A pesar de eso, la ciudad tiene tanta vida social que aún sigue siendo bonita ¡y eso me fascinó! Me emocioné al ver la gente por la calle p'arriba, p'abajo ¡trabajadores en traje de chaqueta! Me di cuenta que echaba un poquito de menos ver las calles repletas de gente, trabajadores y bares llenos. Aquello me hizo reflexionar que llevaba mucho tiempo viviendo en Dunedin...

Te Papa Museum.
Welly. NZ

En los días que estuve en Wellington tuve tiempo para subir al Mount Victoria, un paseo relajado desde donde uno puede ver y hacerse una idea de como está organizada la ciudad. En la foto mas arriba se aprecia que su estructura es algo destartalada pues ha ido creciendo de la manera que ha podido.
También tuve la ocasión de encontrarme con mis grandes amigos Carla y Dan ; ella chilena, él kiwi. Ya estábamos cerca de las navidades y el papá de Dan, que vive en Welly, nos invitó a una rica cena al estilo neozelandés: barbacoa acompañada de ensaladas variadas y salsas servido a modo buffet. Es bastante típico en cualquier casa del país no emplatar los platos y servir al invitado, sino que la comida se deja encima de la mesa y en orden uno se sirve lo que más le guste. Es algo más práctico y personal.


Con el Papa de Dan y su pareja en Wellington. NZ


Por fin, tras un mes viajando el mes había llegado a la capital. De los tres días que tenía pensado acabé quedándome cinco. Tuve tiempo de impregnarme de su vida social, de encontrarme con una amiga que trabajó conmigo en el hotel y que, como mucha gente joven hace cuando lleva más de cuatro años viviendo en Dunedin, se había mudado a Welly y dediqué un día entero lluvioso a ver el museo más grande del país (y gratuito) el Te Papa.

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S. Aparicio Ramirez

miércoles, 8 de febrero de 2012

Christchurch-Wellington

Muchas más decisiones se han de tomar cuando se hace autostop en una ciudad grande, es decir hay que ir en busca de la carretera apropiada con destino asegurado y dirigirse hasta allí. Llegado a este punto, seguí haciendo autostop porque estaba conociendo a gente interesantísima, me sentía segura y estaba ahorrando algo de dinero. Así pues, cogía un autobús de línea que me conducía a Belfast, el último suburbio al norte de Christchurch. La ciudad ha remodelado su estación de autobuses debido al pasado y reciente terremoto.

Un poco confundida sobre si tendría suerte o no, mandé un mensaje a Dennis en busca de algún medio de transporte. Pensé que él podría conocer a alguien que fuera a Picton aquella mañana desde donde podría coger un ferry a Wellington. El móvil en NZ nunca me ha funcionado muy bien y aquella mañana, como de costumbre, no paraba de perder la cobertura. Pero ya ubicada en un punto que me sugerió el conductor del bus, esperé y finalmente hablé con Dennis. Mientras tenía a Dennis en la otra parte del teléfono, un camión amarillo de la compañía de correos, de los que hay que mirar hacia arrriba para ver al conductor, paró ante mí. Ese era Dave, amigo de profesión de Dennis.


Con Dave en Picton Ferry

Cuatro horas y media más tarde estaba en la cola del ferry dirección Wellington. El ticket de ida son 50 dolares y se puede comprar en la misma terminal el mismo día de salida. El ferry navega por los fiordos hasta salir al estrecho. El trayecto de unas tres horas depende del estado del mar. Y si lo pillas en el atardecer puedes ver cielos así.





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S. Aparicio Ramirez

Del Parque Nacional al concierto en Christchurch

Podría decir que el Parque Nacional, Abel Tasman, es, sin duda, uno de los más bonitos de ver en la isla sur. Aunque el primer día, las nubes y lluvia no ayudaban a realzar la variedad de tonos verdosos del paisaje y las claras aguas del Parque, el segundo, sin embargo, fuimos más afortunados y el sol radiaba en la fina y dorada arena que caracteriza el Abel Tasman. La naturaleza en su conjunto es realmente increíble.


Abel Tasman. NZ


Water Taxi en Abel Tasman. NZ

El segundo día, pasadas las 4 de la tarde un WaterTaxi -un yate lanzadera hasta el inicio del track-, vino a recogernos y a llevarse las canoas también. Asimismo, a nosotros nos tocaba seguir la ruta y, suerte la mía, que mis galleguiños conducían a Picton aquella misma tarde. Aproveché y me fui con ellos para hacer noche en un albergue que Saioa me recomendó y donde dormí con gente un poco extraña (una mujer había visto a fantasmas entrar por la ventana, una joven inglesa estaba borracha cuando llegué a las 20.45, otra alemana estaba ya durmiendo y una joven americana le picaba todo el cuerpo y aún no sabía porque). Al menos, tuve tiempo de meterme en el jacuzzi antes de irme a dormir, no sin antes tener a un israelí afuera contándome su travesía bajo la lluvia.

El camino hasta Picton, un pueblo pequeño industrial que una la isla sur con Wellignton, es una maravilla. La carretera bordea los acantilados que perfilan el final de la isla sur. Una lástima que durante el trayecto no dejó de llover.

El viernes sería una odisea. Ya acostumbrada a alzar mi cartelito en medio de la carretera y esperar, me fui a la salida del pueblo, después de declinar la oferta que me hizo la mujer que veía fantasmas ¿imagináis cómo hubiera sido la media hora hasta llegar a Bleheim? Total, luego esperé unos tres minutos hasta que un enorme camión pitó y paró. Su conductor abrió la puerta y me indicó subir los peldaños que lo separaban del ardén. Una vez arriba, amablemente me pasó los bultos que aguardan más abajo.




Este es Dennis, original de Christchurch, con 14 años a sus espaldas conduciendo un camión. Y poco menos, conduciendo ese camión haciendo el mismo recorrido cinco días a la semana: Chch-Picton-Chch. Cuando me recogió iba camino al sur, a Christchurch. Y yo también. El sábado actuaban mis amigos de Dunedin, Left or Right en un festival de música. Pero como aún era viernes y Dennis se ofreció a recogerme el día siguiente, hice noche en Kaikoura. Una de las atracciones más turísticas de la isla sur por sus actividades en el agua como es nadar con focas, bucear o tomar un ferry que te adentra hasta el punto donde ver delfines. Todo ello cuesta una barbaridad para lo que es. Porque puede que no veas delfines, por ejemplo.
Dennis, el camionero, me reservó noche en un albergue, que al parecer fue antigua cárcely una vez en Christchurch me condujo hasta allí. Sin, primero, pasar por el lavadero de camiones donde Dennis y el jefe del negocio me cantaron Silvia's Mother.

Ya en el albergue, una cena acompañada de un vino blanco, bastó para conocer a un alemán, dos holandesas y una italiana para animarles a venir conmigo al concierto. Después de aquella cena ya estaba un poco confundida con los nombres y nacionalidades que se iban uniendo a la fiesta. Solo, me queda decir que nos íbamos en un taxi 10 personas y que disfrutamos como enanos ¡y qué decir la ilusión que le dió a mis amigos verme allí! Yeaaaah...

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S. Aparicio Ramirez

La Golden Bay y el Abel Tasman

Los galleguiños tienen un sentido del humor bastante diferente a la gente del mediterráneo. Sin embargo, en ocasiones creí ver en Antonio y Alfonso la misma chispa que tiene mi hermano, algo sarcástico e inteligente y muy divertido.

Estos chicos estaban de vacaciones por NZ con los días contados y sin saber "exactamente lo que hacemos aquí" como diría Alfonso.


Con Alfonso -de azul- y Antonio -de verde-.
Golden Bay. NZ

Pregunté en inglés de donde eran y hacia donde iban. Un acento muy Spanish de Antonio me confirmó lo que ya hubiera imaginado morenos y con vestimenta algo colorida. Desde ese momento, decidí, o decidimos, empezar la aventura por la Golden Bay (Bahía Dorada) y el Abel Tasman juntos.


Una estrella de mar en la Golden Bay


En la oficina de turismo había millones de folletos que anunciaban millones de opciones para explorar el Parque Nacional. El tiempo era fundamenfal para cualquier decisión pero además, a ellos los días apretaban. Asi que dejamos atrás Motueka. Curvas, subidas, bajadas y más curvas llevaban al inicio del Parque Nacional, a Mapua, un remoto pueblo costero y muy soleado -a veces-, donde contratamos un pack de dos días en kayak por el mar del Abel Tasman.

Una tarde muy divertida; en la Jucy -compañía que ofrece simples furgonetas para viajeros independientes-, tumbada o medio sentada o de alguna manera que me mantuviera anclada hubieron muy buenos momentos,

El martes 6 de diciembre partíamos en piragua hacia el Parque Nacional pero necesitábamos primero saber donde iba a dormir yo aquella noche. Casualidades de la vida que en aquel albergue estaba también Isa, una amiga porteña de Dunedin. Además de un par de pamplonicos y un italiano con los que compartimos el té después de cenar. Todo apuntaba a que la travesía iba a ser muy entretenida hasta que, al amanecer, el cielo estaba completamente cubierto.

Antonio, Alfonso y Saioa -la pamplonica se unía al grupo- y yo esperamos más de una hora a que el tiemoo mejorara pero que va, aquello iba a peor. Después de que el instructor hiciera un buen trabajo explicándonos como manejar la piragua y nuestras pertenencias, con tienda de campaña incluido, estuvieron dentro de las piraguas, una hora más tarde decidimos postponer la salida ya que el tiempo no acompañaba.

Para no pasar otra noche allí bajo la persistente lluvia, decidimos volver a Motueka y relajarnos en un albergue viendo pelis y comiendo rico. Nos organizamos en equipos de dos, los mismos equipos que conducirían la piragua y cocinamos, unos la comida, otros la cena. En mi caso, aquella noche, me tocó ser ayudante de cocina con Alfonso, quien llevaba en mente hacer unas deliciosas pechugas con nata, cebolla y arroz blanco...mmmh...

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S. Aparicio Ramirez

Buenos días mundo

Me comentan que estos días está lloviendo y hace feo en Valencia y que, incluso mejor porque así no entran más ganas, aún si caben, de salir...