miércoles, 4 de agosto de 2010

Azul oscuro grisáceo

Desde un pequeño montículo de arena fina y húmeda, en la playa Saint Kilda se puede oler y respirar el aire más puro de Dunedin. Se trata de una playa larga, muy larga, donde en un punto, no sé cuál exactamente, llegas a la playa Saint Clair. En ella encuentras un paseo y una decena de cafeterías, padres con los niños jugando en los columpios y gentes paseando su animal doméstico. Y bien domesticados han de estar estos perros porque quien tiene uno debe educarlo para que, en cada momento que sea llamado al orden, obedezca todas sus instrucciones. Porque quizás el animalito en el momento de acercarse a un extraño y tras los silbidos provenientes del amo, deberá correr y regresar con él para ser atado a una correa. Tras tenerlo, el propietario, sonriendo y acudiendo en busca de las víctimaspedirá disculpas por las molestias causadas. De lo contrario, si éste no pidiera dicho perdón, probablemente, fuera denunciado y cuya mala acción le llevaría a asumir una multa acorde a las circunstancias. Es por eso que cuando vienen a la playa en días soleados como el de hoy, aprovechan y se traen al animalito para que corra, juegue y nade libremente en un espacio amplio como este. Eso sí, aunque el día sea soleado, los perros y algunos otros más aventurados son los únicos que se atreven a entrar en el agua congelada, salada y revuelta.


Un mar revuelto que sin querer uno pierde el rumbo entre olas, espuma y brisa. Mientras se oyen chiflar las gaviotas impertinentes y aunque se aglomera un sinfín de ruidos y revuelo se puede ver como, a parte de los perros, algunos otros aventurados se sumergen en el agua con trajes de neopreno para surfear. Los folletos dicen que uno no puede escapar la oportunidad de meterse en el agua y probar hacer surf en la playa Saint Clair. Normalmente las olas grandes y las que se pueden disfrutar llegan de madrugada y eso, aquí, puede ser alrededor de las 8 de la mañana. Este gran cielo que cubre New Zealand asombra por su escasa luz en temporada invernal; sus atardeceres llegan entre las cinco y las seis de, la tarde española pero, la noche neozelandesa. Entonces sobre las siete de la noche, familias, estudiantes y comerciantes se repliegan en sus casas con calefacción o fuego en marcha para cenar. En este momento, el día ya ha caído y Dunedin se vuelve desértica por unas horas más ya que al terminar la cena, llegará el momento de acudir al supermercado para comprar algunas chocolatinas, chips, coca-cola o helados. Y para ello no hace falta irse muy lejos pues en el centro de la ciudad hay dos grandes almacenes abiertos hasta las 12 de la noche. Pero con las noches heladas, muchos se escapan y adquieren los caprichos en apenas cinco minutos pues conducen hasta el lugar. Así que no asombra ver a más de una en pijama, con chaquetas de plumas o zapatillas de ir por casa.

Mientras tanto, y tras ver esto continuamente, empiezo a creer que he perdido las costumbres mediterráneas, las cuales a veces, tanto añoro. Por un lado, es bien cierto que la forma de alimentarme es completamente diferente, por horarios, platos e ingredientes y aunque quisiera tener sobre mesas, hablar y conversar con mis compañeras de piso, muchas veces hay algo que me lo impide pues éstas sólo se limitan a ver la televisión mientras comen, fijadas en un programa o serie televisiva diferente. Entonces, la interacción se perdió desde el minuto cero. Y por otro lado, porque el mar, que se muestra en la foto, es salvaje e infinito. Su olor es penetrante, sus olas más altas y grandes y bueno, su color es de un azul oscuro grisáceo que no me deja distinguir el cielo del agua. Y cuánto más trato de averiguarlo, creo empezar a navegar marea adentro surcando el fin del mundo.


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S. Aparicio Ramírez

4 comentarios:

  1. ITS been a while Since We Have Heard from you ! !
    Nath

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  2. besitos pareja!! me alegro saber de vosotros... :)

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  3. Buenos días Silvia:

    Mi nombre es Silvia Vega, trabajo como redactora para la revista de cultura digital El Portalvoz (www.elportalvoz.com) perteneciente a la ATEI (Asociación de las Televisiones Educativas y Culturales Iberoamericanas) y le escribimos para decirle que hemos visitado su blog y creemos que encaja con nuestra línea editorial.
    Por ello nos gustaría invitarle a formar parte de nuestro equipo de colaboradores. Si está interesada en este proyecto, puede ponerse en contacto con nosotros a la siguiente dirección:
    edicionelportalvoz@ateiamerica.com

    Atentamente:
    Silvia Vega

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Buenos días mundo

Me comentan que estos días está lloviendo y hace feo en Valencia y que, incluso mejor porque así no entran más ganas, aún si caben, de salir...