martes, 3 de febrero de 2015

Cumplo 30, os espero este año

Una de las cosas que se repite más a menudo cuando hablas con la gente que te vas cruzando por el camino es que el primer año en Nueva York es EL PRIMER AÑO. Muchos de ellos ya llevan tiempo por aquí. Siempre dicen que esos son meses difíciles, semanas que nada sale bien, semanas que tienes millones de oportunidades, días muy felices, días muy tristes y bla bla bla... Lo que está claro es que el primer año es el año que intentas encauzar tu vida en NY y tras esos meses, cuando ya has experimentado todo (o casi todo), parece que llega la calma. De hecho, el banquero me dijo hace un par de semanas: Si fuera fácil, no sería NY. ¿Pero qué tiene esta ciudad que todos quieren vivir?

Una amiga, que vino a visitarme, me dijo: Yo no sé si podría vivir aquí, esto parece todo como muy demasiado, ¿no?. Otro amigo, que vino de paso, me comentaba: Voy en el metro y alucino viendo la gente correr para entrar en el vagón. Sí, ambos tienen mucha razón. Recuerdo, cuando ya estábamos casi en verano, que un amigo valenciano, muy viajero y afincado en Alemania, me dio mi primera dosis de energía. Me dijo: Tía, esta ciudad tiene una energía brutal. Nueva York tiene esa energía de gran ciudad que atrapa. Todos quieren venir aquí porque las oportunidades laborales son 200 veces más que cualquier otra ciudad americana. Los recién licenciados tienen hambre, tienen ambiciones. En el colegio les han enseñado a salir ahí fuera y trabajar y, ser el mejor. A los nueve años hacen su primera presentación en clase delante de los compañeros. A los 12 tienen que decidir que van a estudiar en la universidad. ¿Es esto el centro del capitalismo? ¿Es América el auténtico país donde consigues tus sueños? De momento, lo único que puedo decir es que en esta ciudad no hay techo. No hay límites para soñar. Irónicamente el Skyline es el más bonito del mundo y aunque a veces no se vea el cielo, sabes que está ahí y que todo lo que te propongas puede suceder. Y así, de esta bonita manera, cumplo yo mis treinta.

Además, después de recibir abundantes visitas, he de reconocer que todas han contribuido a que mi año de supervivencia haya sido aún más formidable. Durante mis últimos veinte, sí ya llegaron los treinta (aaah!), todas estas visitas han sido una alegría constante. Creo que cada uno de ellos ha podido experimentar mis diferentes etapas y estados. Algunos llegaron en mis momentos más dulces y otros, estuvieron en los momentos más duros. Y la verdad es que ellos y ellas, después de insistir para que retomara este blog, son la razón de que hoy vuelva a escribir.

Así que tras estos doces meses en la ciudad hemos hecho, entre todos, que el 2014 y mis últimos veinti y.. haya sido inolvidable. Empezando por aquella ruta a temperaturas bajo cero con Iván y Pepino. Noche de diversión con Manu y Buffy. Visita fugaz de Nachete. La pareja valenciana más amorosa de Iyad y Rocío. La visita sorpresa de Gintare, compañera lituana de Erasmus y todo un honor volverla a ver. La mágica visita de Josep. Llegaban las altas temperaturas y Emma, amiga sueca residente en Dunedin, volaba de vuelta a Nueva Zelanda; puro amor y muchos recuerdos juntas. Una típica noche en el Rudy's con Willy, amigo de batallas en NZ. La inesperada visita de Xusoa, las grandiosas charlas y risas que acompañamos con Nela, nueva amiga que se une a la experiencia americana. Mi dulce Martita cuando pasamos una semana de apasionantes historias, risas y más risas. La pareja recién casada más molona de Valencia, mi primo Whiso y su mujer, Mari. La maravillosa visita de mi Luni, 24 años de amistad. La sopa calentita que me tomé con María y Carlos, los papis de Ferraniu, una gran amigo de la infancia. El brunch con Susie, la mamasita de Miami y que conocí cuando viajamos por los 12 Apóstoles (Australia). El amor insuperable de Jess y Bugs a finales de octubre, durante Halloween. Las cervezas con Victor, el sevillano con más arte que había y hay en Edimburgo. Además, vino acompañado de su chica escocesa y fue todo muy apasionante. El bonito encuentro con Robertino y su chica, tras nuestro paso por el Erasmus en 2007 y seguido de años de fuerte amistad. De hecho, nos reunimos en un bar de tapas y allí compartí cervezas también con Raffaela, la hermana de Robertina, mi hija en Formentera 2013. La mega burger americana en un bistro con Guy y Jackie, puro amor encendido cuatro años después de que les viera en Sydney la última vez. El accidentado brunch con Sue y Jake, la mamá y el hermano de un gran amigo mío de NZ, Henry. Y los vinitos y posterior 'Vamos al 7Eleven' con el madrileño Miguel, amigo de mi prima y que Facebook ha hecho posible mantener el contacto. 

¡GRACIAS! ¡Y más gracias a vosotras y a vosotros! Esta entrega va por ti.
Os espero este año.


The Wythe Hotel.
Williamsburg, Brooklyn. 
Jun 2014

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