domingo, 6 de junio de 2010

El flequillo lo inventaron las asiáticas

En el mundo anglosajón que me rodea, las costumbres empiezan a verse corrientes, el vestir algo extravagante y la diversidad étnica rebosante. Si bien creí estar volando al país de los kiwis -frutos y pájaros-, de las playas kilométricas donde surfear, bucear y tomar el sol y, de las personitas repletas de protección solar, algo rosadas una vez ésta es absorbida, por un sol abrasador. La realidad, una vez instalada en New Zealand, es bien distinta. Aunque ya empiezo a distinguir a los maori, tonga, samoa o fiji, sus descendencias y sus bailes, ahora le toca el turno, por simple curiosidad y porque muchas veces me he preguntado cómo debería hacerlo, a la grandísima sociedad asiática y con ésta, la apertura de toda una gama de rasgos orientales más ojos oblicuos por doquier. Entre tanto, Dunedin alberga un jardín floral, estilo oriental, llamado Chinese Garden.

Chinese Garden. Dunedin. NZ

Por norma general, esta heterogénea comunidad, en este país, no tiende a hablar un correcto inglés y muchas veces, por más que se esfuerzan, renuncian a conseguir una apropiada pronunciación. No obstante, vienen a New Zealand para aprenderlo. Geográficamente este es uno de los países de habla inglesa más al alcance, ya sea por sus múltiples convenios con las universidades más relevantes o por la facilidad de conseguir un visado de larga estancia. Como por ejemplo, Japón, que tiene estrechas relaciones con este país con un amplio abanico de dichos acuerdos académicos. De hecho, algunas privilegiadas adolescentes estudian en el llamado Columba College (una escuela exclusivamente de chicas) que cuesta mucho más barato que estudiar en un colegio bilingüe de su ciudad.  De esta manera, se entiende porque la oferta académica es la segunda fuente de ingresos después del turismo; doble beneficio para el país, tanto a nivel académico como para los kiwis ya que algunas familias acogen a dichas estudiantes durante el año escolar. Y ocurre algo parecido entre los universitarios, quienes a la hora de compartir piso, serían los más competentes de vivir en una casa disfrutando la vida diaria o bien, con una familia neozelandesa o, con una persona mayor. Además de que algunos de sus anuncios en la facultad, exigen al siguiente inquilino que sea asiático para "sentirse más cómodo" -según me comentó mi amigo coreano, Simon-.

Sin embargo, personalmente, comparando mis valores una vez me dispongo a viajar a otro país son bien diferentes a los suyos. No hay más que verlos, y hablo desde un punto de vista global, por carácter - introvertidos e independientes y aparentemente serios-, por cultura y por gustos alimenticios, siempre van juntos, reunidos, formando pequeños grupos. Pero, también están los que han nacido en New Zealand, quienes tienen abuelos que llegaron a las islas en busca del oro encontrado en millones de rincones perdidos. Éstos son los que hablan un perfecto inglés, también son consumidores de productos asiáticos a pesar de su lugar de nacimiento y no se integran con los kiwis aunque crecen rodeados de ellos.

Entonces, si los abuelos son aquellos que llegaron al lugar perfecto en su momento espléndido, los familiares serán ahora los dueños de un sinfín de propiedades hosteleras. Y, efectivamente, así es. Por ejemplo, a día de cobrar el que fue mi último salario en Liberty Lounge (pub donde solía trabajar días sueltos los fines de semana) me entero que el propietario, Shami, con cuatro hijos, originario de Sri Lanka y cansado de trabajar en los night clubs, ha vendido el local a un padre y su hija, ambos chinos, por un modélico precio que no me aventuro a mencionar pues llevaba intentándolo vender unos seis meses. De este modo, por un lado, ya hay una pista: los chinos regentan bares, pubs, tiendas baratas donde encontrar todo tipo de artículos y... ¿algo más? Porque por otro lado, los coreanos tienen hoteles, salas de bailes y lujosas coctelerías. De hecho, mi amigo Henry, me llevó a una que era una auténtica pasada, tanto por su decoración como por su menú variado, selecto y llamativo.

Así que ahora mi siguiente paso se trata de eso porque como he dicho antes, tengo una especial curiosidad de reconocer a quienes vienen de países orientales, estudian por un largo período, se ubican en Dunedin y administran el ocio de la ciudad. Si tuviera delante a un grupo de asiáticos -chinos, japoneses, coreanos, taiwaneses y algún que otro oriental más-, no sabría bien cómo distinguirlos. Con ellos, quizás, los escasos pelos en la barba jugase en mi contra y con las chicas, la homogeneidad de sus flequillos rectos y oscuros, me dificultase ver la oblicuidad de sus ojos cuya característica, precisamente, es casi imprescindible para determinar una clara elección. Y la que eligiera debería de ser la correcta porque a más de uno ofendería con mi respuesta.

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S. Aparicio Ramírez

4 comentarios:

  1. "Si tuviera delante a un grupo de asiáticos -chinos, japoneses, coreanos, taiwaneses y algún que otro oriental más-, no sabría bien cómo distinguirlos."

    Te hago una pole en esta entrada con una de las verdades más grandes que existen.

    Saludos.

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  2. me ha gustado tu texto de hoy. Curioso el tema de que viajan allí para aprender inglés...sigue culturizándonos Silvita!!!

    Sergiop.

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  3. Curiosa reflexion Silvia, sigue asi me encanta tu blog

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  4. siiiiilv mira que escribes bien!!! eso de dónde t vienes¿? sigue disfrutandoooo sister!!!

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Buenos días mundo

Me comentan que estos días está lloviendo y hace feo en Valencia y que, incluso mejor porque así no entran más ganas, aún si caben, de salir...