lunes, 3 de febrero de 2014

Los veintinueve

Bueno, se acercan los 29 y ha llegado el momento de presentarme. Nací un 3 de febrero. En mi casa esperaban una niña y, niña que salí. Lo que no esperaban es que saliera a la hora prevista o, al menos, eso dijo la comadrona a mi madre para que no se asustara. Mi hermano cumpliría 6 años cuando le dijeron que su vida ya no iba a estar tan tranquila. Le gustó tanto la idea que siempre creyó que la adoptada en la familia era yo y no él, pero eso no importa. Él cantaba en el coro yo, lo intentaba. De hecho, cantaba tan bien que él era de agudos, yo de graves. Me gustaba bailar, pintar y disfrazarme, además de cantar, claro. Pasé mis veranos subida en una caravana. Menos mal que por entonces las cabras ya tenían dueño sino hubiera sido Camela, por lo menos. Cuando llovía, lo hacía con razón pues mi organillo estaba desafinado. Suerte que me gusta el agua. Tanto es así que mi padre siempre me buscaba por ahí hasta que se acostumbró a acudir directamente a la fuente, donde estaba yo. Soy acuario.

Pasé de cantar y bailar a disfrazarme con los tacones de mi madre, que eran una obsesión. También pintaba las paredes y a mi querido hermano. El arte se apoderaba de mí de algún modo. Además, escondía las pinturas, bailaba sevillanas y decía 'ponémelo todo, mamá'. Vamos que Sorolla y yo primos hermanos y porque no, la Pantoja también. Pero lo cierto es que Sorolla y mi iaio eran primos segundos y fumaban en el despacho y aquello parecía como el programa de Lluvia de Estrellas, así arreglaban el mundo... Mi iaio fumaba en pipa aunque más tarde pasó a fumar puros. Mi padre solo pipa cuando era joven y tenía pelo. Mi iaio era un intelectual. Ahora, mi padre bromea con que va a la peluquería y se hace tupés a lo Elvis, quien por cierto, era el cantante favorito de mi madre. Lástima que él nunca llegó a tener su voz pero sí la de un tenor. Mientras, mi iaia cocinaba el arroz al horno más rico del mundo. Algo que nunca aprenderé porque no me apasiona cocinar. Pero para eso están las abuelas, las madres, los padres, los hermanos y las amigas.

Un suceso fortuito cambió el rumbo de nuestras vidas. Y es que no hay nada más natural que la vida misma. Gran eslogan para vivir. Y así, los recreos te enseñan, aprendí a hacer ruido y a ponerle melodía a mi canción. Tanto es así que en las clases aprendí tribus como la de Bunlap, algo alternativo. Mi falta de coordinación en la danza me llevó a jugar a la ajedrez. Yo era las negras y perdía, pero pude llevar esa pena conmigo. También me gustaban las mandarinas y salía a por ellas aunque más tarde me eché al negocio y las vendí a un euro. Lo cierto es que me gusta vender pero no competir. Un día cogí un papel y un boli y me puse a escribir. La verdad es que el profesor tuvo una mala idea pues gané un premio en poesía y otro en relatos a los 15 y a los 18 años. Ahí ya era mayor de edad. El recuerdo del azahar y la vida al aire libre me llevaron a volar. También nadé y luego practiqué coreografía acuática cual sirena, vamos. Más tarde lo dejé cuando mi padre me regaló una bici y me puse a pedalear. 

Al poco tiempo, los curas me dieron una oportunidad y los cinco años estudiando no fueron tan mal aunque nunca recé el padre nuestro. Eso sí, hice mis pinitos en Do menor. Tanto es así que cuando llegó el Rey Melchor con su camello quedó tan impresionado y deshidratado con mis tonos que le reventaron los tímpanos. Y yo que lo sentí. Fue algo singular. A pesar del dolor, me invitó a subir a su camello y comenzamos a caminar. Inicié un viaje subida en joroba, en barco, en avión, en tren, en bicicleta, en coche y en camión. Todo esto me llevó a vivir en las calles. Me dediqué al robo de flautas y panderetas y viví en Bélgica, Escocia, Nueva Zelanda, Bangkok y Formentera. Tuve que dejarlo cuando me diagnosticaron vértigo. El hecho de beber cervezas con falda al son de las gaitas entre ovejas a 40 grados en una playa paradisíaca fue solo un sueño. Pero una vez la flauta sonó más fina y me trajo un trabajo international. Allí me quedé tocando un Fa mayor al son de las letras, componiendo algunas notas para comunicar y sin jorobar.

Ahora hago un viaje en tren que cojo a diario. Espero mi suerte sin cantar porque ya casi me quedé sin voz pero gano unos duros sirviendo cerveza y vino que es lo que más feliz hace a la gente. Donde vivo hay muchos millones de personas y poca horchata, paella y mandarinas pero hay mucho ruido. Así que hay que esperar que llegará algo con un Si mayor. Mientras, que me dejen un boli que yo sigo escribiendo. El final aún no está escrito pero un día me dijeron "tienes que aprovechar ahora" y yo, tomé nota.

"Solo vives una vez pero si lo haces bien,
una vez es suficiente"

5 comentarios:

  1. Me ha encantado, superdivertido,!!! He descubierto tu vena humoristica....me parece que la debes explotar más! ! UN BESO Y FELICES 29!!!!

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  2. Una lectura amena y divertida...! Lo de la fuente me ha hecho ...sonreir..Feliç aniversari.....

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  3. ¡Menudo trasto de niña reportera y dicharachera!
    ¡Feliz cumpleaños!

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    Respuestas
    1. perdona, ¿quién eres? :)) así te doy las gracias más personalizadas ;))

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