miércoles, 7 de abril de 2010

Punto de inflexión

Cuando se viaja puede que todo aventurero se arriesgue a una cosa: perder las maletas. Es propio de un largo viaje el augurar que dicho equipaje no vaya a seguir el mismo camino que el viajero, si tenemos en cuenta, que éste siente el temor de que algo no vaya a salir bien. Entonces las papeletas ya están vendidas.

Dunedin Public Art Gallery. NZ

Pues bien, este ha sido el punto de inflexión que ha marcado mi viaje a New Zealand. Durante 36 horas he estado viajando entre Valencia, Madrid, Londres, Los Ángeles, Auckland y Christchurch. He visto diferentes aeropuertos y he respirado un mismo aire. Todo ha sido muy deprisa y muy poco apreciado, menos una cosa: las gentes, las caras, los destinos, las vidas y sin ir más lejos, las historias; la de un italiano que contaba en el avión el motivo de su viaje y que ésta, me fascinaba ya que nada más y más menos, dedicaba cuatro días a viajar (dos de ida y dos de vuelta) para trabajar otros cuatro en Auckland (segunda ciudad de New Zealand), y aun con el jet lag me pregunto, ¿es verdad que Eso se puede hacer? pues ahí está la prueba. Así que por ello mis 26 horas de trayecto cruzando mare se han amenizado. Sin embargo, las otras 10 las hice mías, cuando por entonces, llegaba el momento de pisar Mi destino y seguir viajando con mi mochila, claro, creyendo que el viaje nunca termina porque en realidad, sólo acaba de empezar...

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S. Aparicio Ramírez

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