domingo, 2 de mayo de 2010

Un 2 de mayo

Un 2 de mayo en Dunedin no es un 2 de mayo cualquiera. Ni por asomo, tiene algo que ver a un 1 de mayo, que hasta entonces creía que se trataba de una conmemoración internacionalmente celebrada como el Día del Trabajador y ahora descubro que mayormente se trata en el marco europeo. ¡Pues vaya desilusión! En fin, dicho esto, debo confesar que escribo desde la recepción de un hotel. Ese espacio por el que transcurren decenas de personas anónimas, viajeras y extranjeras con el fin de encontrar un lugar donde albergarse. El Hotel Victoria, situado a escasos minutos del centro, ofrece alojamiento económico con necesidades básicas como baño en la habitación, termo para el famoso té inglés, neverita, televisión y secador. De vez en cuando hago una visión general a mi alrededor, miro a través de los ventanales y pienso en la posibilidad de que algunos de esos turistas cruce el umbral. Pero no llegarán. Así que más me vale pensar en cómo ha sido el transcurso de los días y éstos, todas las incertidumbres que me siguen dando.

Un 2 de mayo en el Hotel Victoria significa estar sentada tras el mostrador de la recepción intentando aprender el nuevo sistema de entradas y salidas de los huéspedes. Aunque resulta que por mucho que lo aprenda no lo utilizaré hasta pasados unos días, cuando el hotel encienda la luz verde de Open (abierto). Sin embargo, hay unas cuantas habitaciones ya ocupadas por algunos coreanos, entre ellos, un señor bajito con el que tengo la ocasión de cruzarme en el ascensor y otros tantos, amigos del manager. Estos últimos están en el hotel casi afincados ayudando al encargado con las labores de limpieza. Yo también lo hice, el Día del Trabajador estuve limpiando baños, habitaciones, pasillos...

Un 2 de mayo en una ciudad situada en la isla sur de New Zealand significa que he pasado de estar viviendo en St Kilda, a hora y media andando del centro y en una casa que no me correspondía, a vivir en la habitación 304 del hotel situado en pleno centro. ¡Cuántas vueltas da la vida! Hoy aquí, mañana allí. Ni siquiera tenía pensado este giro de 180º. ¡Trabajar como recepcionista y a cambio tener un sitio dónde dormir! (Vuelvo a reflexionar). De ahí, que una de las vueltas que ha supuesto mi vida en Dunedin sea el encontrarme hoy mismo en este lugar. Esto acarreado, entonces, por una serie de relaciones que me envían hasta aquí. No debería referirme a que la vida da tantas vueltas que son innumerables, más bien, me podría referir a la serie de relaciones que conlleva la vida para justificar de alguna manera, el hecho de estar en la entrada de un hotel y tener mi dormitorio 3 pisos más arriba.

Un 2 de mayo en una ciudad de unos 100.000 habitantes, ayuda a recapacitar sobre el camino ya recorrido y sobre todo lo que ya me ha sucedido, como por ejemplo, conocer a gentes de Argentina, Francia, New York, Chile, Corea o Granada. Asimismo, me quedo alucinada pensando ¿Qué hago en la recepción del Hotel Victoria? No tengo que irme muy lejos, mi oferta como profesora dando clases de Spanish me da la respuesta. ¿Clases de español? ¿Oferta? ¿Qué tiene que ver todo esto? Sencillamente, entre mis 5 nuevos alumnos, un tal Simon (Saimon en versión anglosajona) se muestra entusiasmadísimo por aprender la lengua latina y decide tomar mis clases por un tiempo. Tras una hora de lección, nos enredamos a hablar de nosotros mismos. ¡Y ahí está lo que conduce al siguiente paso! Simon, originario de Corea y estudiante de tercero en la Universidad de Otago, conoce al manager de un hotel (por entonces desconocido), quien necesita ayuda para poner en marcha el Resort regentado por un nuevo dueño (el hombre bajito que me crucé en el ascensor).  No hay más que hablar, todo esto se trata de una serie de relaciones encadenadas. Empezando desde mis anuncios en la universidad como profesora de Spanish llegando hasta los alumnos, Simon, la lección, la conversación, la información, las decisiones, una balanza y el cambio.

Por el momento, parte de las 2 horas y cuarenta minutos que tenía por delante trabajando las dediqué a escribir; el resto, a charlar con un conocido argentino de Tucumán que se pasó por el vestíbulo, iluminado y desangelado, para hacerme compañía y amenizar no sé cuánto tiempo tenía desocupada. Gracias, entonces. Un 2 de mayo en Dunedin no puede ser un 2 de mayo cualquiera.


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S. Aparicio Ramírez

4 comentarios:

  1. Silvi!!! nos hemos quedado con la boca abierta!!! tu relato nos ha tenido en vilo hasta el final....con razón se dice que hay que estar en el lugar adecuado y en el momento oportuno...aprovecha la ocasión!!!
    Pare y Carmen

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  2. Silvii!!!! Como me alegro de que haya salido bien lo del hotel y hayas dejado por fin la casa de la sargento!!jejeje. Ahora empiezas una nueva etapa en tu aventura...Disfrutala!!
    Besitos!
    MARI

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  3. Tetaa!! sabes?, le leí todas tus publicaciones a la iaia y dice que en tan poco tiempo te has fijado en muchísimas cosas!! le hizo mucha ilusión la verdad... ahh, y todos mis tíos preguntaron por ti y te mandan muchos recuerdos.
    Bueno, un besito muy fuerte de mi parte y otro de mi madre también!

    tu primita pequeña :)

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  4. siiiilv!!!por fin t puedo escribir, es lo que tiene no star connecting people....ahí mi sister metiendo caña y conocindo a peñita....disfruta muxo y aprende de todo, de todos y de todas...no t amedrentes y sigue así verás como t va way....a por ellos!!!besus d tu bro que t exa de menos...
    pd:aguanta un poco en el curro del hotel así podás conseguir habitaciones para la peñita by the face juas juas juas

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Buenos días mundo

Me comentan que estos días está lloviendo y hace feo en Valencia y que, incluso mejor porque así no entran más ganas, aún si caben, de salir...